COMPRAS COMPULSIVAS...

Ir de compras es un entretenimiento saludable cuando no se convierte en una obsesión diaria. Los compradores compulsivos son aquellos que gastan más dinero del que tienen, dedican más del tiempo normal en pensar en comprar y generalmente no utilizan jamás aquello que adquieren.
“Son personas que no pueden controlarse y que para calmar la ansiedad que les genera determinado acontecimiento, compran una o varias cosas que luego no precisa. El sentimiento de culpa que les invade tras la compra es tan grande que llegan a deprimirse”, explica la socióloga argentina Patricia Menéndez Pardo.
Los artículos que una mujer compra con más frecuencia son zapatos, productos de belleza, accesorios. “Las mujeres compran de manera compulsiva más que los hombres. Varios estudios demuestran esta diferencia y en general, cuando se consume de manera innecesaria lo que en realidad se desea es cubrir algún vacío, olvidar disgustos, alejar frustraciones que por un momento se calman, pero luego retoman sus fuerzas sumiendo a la víctima en una depresión que la lleva nuevamente a la compra para calmar la culpa y ansiedad. Es un círculo vicioso del que es muy complejo librarse.El efecto que la sociedad y el mundo de la comunicación ejercen sobre estas personas es devastador ya que son altamente influenciables y débiles. Cualquiera puede convencerlos de que necesitan absolutamente todo lo que ven difundido. Es sumamente peligroso”, continúa diciendo la experta. En Estados Unidos más de quince millones de personas son adictos a las compras y la mayoría son mujeres. En España, en épocas de rebaja los centros comerciales se llenan de mujeres que compran lo que sea, aunque no sea de utilidad y en el último año las ventas han aumentado en el país ibérico más del 15 por ciento.
PERFIL DEL COMPRADOR COMPULSIVO O "SHOPAHOLIC"
  • Se impresiona fácilmente con la novedad
  • Posee baja autoestima
  • Fácilmente manipulable
  • Problemas de soledad
  • Poco autocontrol
  • Depresivo/hipomaníaco
  • Elevado nivel de ansiedad

CONSEJOS PARA NO PERDER LA CABEZA... NI EL DINERO

  • No salir desanimada a la calle porque el estado de ánimo influye a la hora de comprar. Quienes se sienten tristes pueden tener la tendencia de comprar algo por más inútil que sea para calmar esa sensación de angustia
  • Dejar la tarjeta de crédito en casa, así se podrá gastar lo que realmente se precise.
  • Hacer una lista antes de salir a la calle es una buena medida para ajustarse a lo necesario.
  • Mantenerse firme ante un vendedor que quiere convencer de comprar lo que sea aunque no se necesite.
  • No sintonizar canales de compra ni hacer órdenes de catálogo.
  • Cuando surja la necesidad de comprar, lo mejor es salir a hacer ejercicio o distraerse con alguna otra actividad.

La compra compulsiva esconde un problema que se relaciona con la autoestima, algo que evidentemente está incomodando y provocando una situación de angustia y ansiedad. “Una persona adicta debe intentar encontrar la causa que provoca la situación. Profundizar y entender qué está ocasionando el conflicto es la primera manera de ponerse en movimiento para solucionar el problema que es tan grave como cualquier otra adicción y que no se acabará hasta que no se dé con la raíz del conflicto que la ocasiona”, comenta Menéndez Pardo.

Fuente: http://pastoramiriam.blogspot.com

EL CINE Y LAS ADICCIONES, SU HISTORIA...

El cine comenzó siendo un mero registro de la realidad. Narraba de manera documental hechos cotidianos. Era tan solo un avance con respecto a la fotografía pero de a poco, a fines del siglo XIX y comienzos del XX, comenzó a narrar de manera ficcional diversos hechos. A lo largo de los años ha abordado casi todos los temas. Las adicciones no fueron la excepción. Promediando la década del 30 se filmaron varios cortos supuestamente educativos donde se prevenía a la juventud sobre los estragos que podía causar el uso de la marihuana. De esta manera se estigmatizó a los consumidores de sustancias legales e ilegales. Se decía que tenían una Enfermedad Social”. No se explicaba muy bien en que consistía pero aparentemente era terrible y llevaba inevitablemente a la muerte a cualquiera que la contrajese. Aprovechando este miedo muchos productores de películas de bajo presupuesto comenzaron a filmar películas supuestamente aleccionadoras con respecto al consumo de dichas sustancias. Filmes como "Marihuana" (José Bohr, 1935), "Marihuana, the Devil's Weed" y "Marihuana, the Weed with Roots in Hell!" (Dwain Esper, 1936) eran meras excusas para mostrar jóvenes fumando la hierba en cuestión con el solo propósito de llenarse de plata. En Estados Unidos la llegada del Código Hays (el cual determinaba que películas podían estrenarse y cuales no) en los años 40 frenó la proliferación de estas “filmes explotation“ (películas en las cuales se explota un tema candente con fines meramente comerciales). Las drogas tendrían que esperar que llegaran los alocados años sesenta para estar nuevamente en el tapete. La generación Hippie además de su filosofía, vestimenta y música trajo la moda de las películas lisérgicas. El Flower Power puso de moda el consumo del LSD y con el una nueva manera de ver y hacer cine. El LSD fue descubierto en 1943 por un químico suizo. No es casualidad que su primera aparición en la pantalla grande fuera de la mano de un científico loco protagonizado por Vincent Price en “The Tingler” (William Castle, 1959). Los autocines de la década del `70 se llenaron de películas de bajo presupuesto que explotaban el tema: “Acid Eaters” (Byron Mabe, 1968), “Acid Mantra” (Ben Van Meter, 1968), “Hallucination Generation” (Edward Mann, 1966), “The Weird World of LSD” (Robert Ground, 1967) y “Alice in Acidland” (John Donne, 1968) entre muchas otras usaban rarisimas imágenes psicodélicas tratando de remitir a la sensación de estar envuelto en un viaje lisérgico. Uno de los films más famosos de esta camada fue “The Trip” (Roger Corman, 1967) protagonizado por Peter Fonda y Jack Nicholson. Quienes admitieron haber consumido dicha sustancia para hacer más creíbles sus actuaciones. El genero llego a la entrega de los Oscars de la mano de Dennis Hooper, director y protagonista de “Easy Rider” (Busco mi destino, 1969) y se gano a los críticos con “2001, Odisea en el espacio” (Stanley Kubrick, 1968). Los estudios Disney ni lerdos ni perezosos se apuraron para reestrenar “Fantasía” (James Algar, Samuel Armstrong, 1940) aludiendo a que contenía imágenes altamente lisérgicas. El sueño Hippie terminó en la década del 70 cuando la cocaína reemplazó al LSD y a la Marihuana. La era de la paz se transformo en la de la guerra. El asesinato de Sharon Tate a manos del Clan Mason marcó el punto de inflexión. Esta década fue la bisagra entre los Hippies de los `70 y los Yuppies de los `80, mas preocupados por el dinero que por la paz mundial. Esta nueva camada de eternos adolescentes se enmarcaban detrás del uso de la cocaína, pastillas varias y drogas inyectables. El cine los retrató en filmes como “Wall Street” (Oliver Stone, 1987) y “Asesinato y corrupción en Beberly Hills” (Marek Kanievska, 1987) basada en la novela "Menos que cero" de Bret Easton Ellis autor de otro clásico de los `80 “American Psycho”. En la década del 90 volvieron a ponerse de moda las drogas químicas como el LSD, sumándosele el éxtasis. Filmes como “Trainspotting” (Danny Boyle, 1996), “Asesinos por naturaleza” (Oliver Stone, 1994) o “Pulp Fiction” (Quentin Tarantino, 1994) pusieron al día una formula ya usada en décadas pasadas. Como ya se sabe… El publico se renueva. LA DROGA EN LA HISTORIA DEL CINE Pasaría mucho tiempo hasta que Al Pacino, a las órdenes de Brian de Palma, se lanzase a hundir su cara en una montaña de cocaína, en "Scarface", 1983. El cine sobre el hampa ha sido uno de los ángulos recurrentes para sacar a escena el tema de la droga, ligada al negocio del crimen y el narcotráfico. “El juego es un vicio inocente y las drogas un negocio sucio”, decía el gran Marlon Brando en otra de Pacino, la imprescindible "El Padrino". Pero no estaba Brian de Palma derribando ningún tabú, ni contra ningún muro de la censura, ya a principios de los 80; aquellas lides hicieron célebres a otros mucho antes:

  • Marihuana contra la Censura. Desde 1930, casi al tiempo que se ponía en marcha la maquinaria del cine americano, lo hacía también la maquinaria de la censura, apoyada en el llamado código Hays, que impedía la aparición de estupefacientes en la gran pantalla. La respuesta de los cineastas cuajó en una serie cintas cuya temática fundamental fue el sexo, las drogas y la violencia: un género conocido como ‘exploitation’. Así, en el ecuador de los años 30, uno de los máximos exponentes del movimiento, Dwain Esper, estrenaba "Marihuana", la historia de una joven drogadicta que cae en la prostitución. La censura fue relevándose entonces por la contrapropaganda que propusieron directores como Tim Dirks, autor de "Reefer Madness" (1936), un falso documental moralizante que llegaba a afirmar de la marihuana: “La hierba cuyas raíces están en el infierno”.
  • Los primeros héroes: fumadores, alcohólicos, drogadictos. Mientras los custodios de la moralina americana se desvivían por negar la realidad de las drogas en la gran pantalla, no deja de ser significativo que todos los héroes de la edad de oro del cine americano abocasen interminables cigarrillos y apurasen rondas insaciables de whisky y aguardiente. ¿Acaso alguien se imagina a Humphrey Bogart pidiéndola otra vez a Sam sin un cigarrillo ("Casablanca", 1942)? ¿O a James Bond cambiando su Martini con vodka (“batido, no revuelto”) por un té inglés? Otro héroe americano coincidió en encarnar al que probablemente fue el primer protagonista drogadicto de la historia: "El hombre de brazo de oro" (1955), en la que Frank Sinatra trataba de dejar la heroína con ayuda de Kim Novak. Es seguramente un villano, ‘El Indio’ (Gian María Volonté) de "La muerte tenía un precio" (1965), el primer personaje en atreverse a consumir droga frente al objetivo de 8 milímetros. Eso sí, nunca haciendo explícito qué tipo de tabaco era ese que fumaba ‘El Indio’. Y, hagamos memoria, ningún pistolero solía durar mucho en el lejano oeste sin un cigarrillo en la boca.
  • Drogas para combatir una guerra. La globalización de las drogas fue un fenómeno gigántico y polifacético que tuvo lugar en los años 60. Una cultura de escritores, cantantes y cineastas marcaron caminos alternativos a los preestablecidos y fueron polea del multitudinario movimiento hippie, entendido como antagonismo del belicismo gubernamental, Vietnam y la Guerra Fría. Finalmente como un estilo de vida, por ejemplo en "Easy Rider", filme generacional de 1969 en el que dos camellos (Dennis Hopper y Peter Fonda) deciden invertir todo lo ganado en la compra de dos Harley Davidson para cruzar los Estados Unidos con destino a Nueva Orleans. Pero los pacifistas que conjuraban su horror hacia Vietnam a cobijo del LSD o la cocaína, no se distanciaban de sus contrarios tanto como creían. No sería Vietnam la única guerra que destacaría soldados americanos borrachos o drogados para evadirse del horror o, como por ejemplo propone "La escalera de Jacob" (de Adrian Lyne), de forma consentida y dirigida por el ejército para aumentar la resistencia y la agresividad en el combate (administrando anfetaminas y sucedáneos). Hay una película que parece tocada por la esencia de esta época tan convulsa, es "Apocalipsis now" (Francis Ford Coppola, 1979). La producción confundió personas con personajes durante un rodaje de 238 días, en Filipinas, que atrapó a los miembros del equipo en una experiencia colectiva, opresiva y anárquica, hipertrofiando la historia fuera de los límites profesionales del proyecto. Era un secreto a voces el consumo generalizado de estupefacientes entre el equipo durante el tiempo de rodaje. La famosa escena de la habitación de hotel, en la que el Capitán Willard entra en un estado de trance, es real: Martin Sheen no estaba actuando en ese momento, la cámara siguió rodando el arrebato de delirio y la secuencia terminó con la fractura del dedo del actor contra un espejo. El 1 de marzo de 1977 Martin Sheen ingresaba en urgencias tras sufrir un infarto.
  • Tras la pista de la Generación X. A partir de los años 80, las drogas han participado más desinhibidamente en guiones cinematográficos de todo cuño. Mención enfática ha de darse a nuestro cine, cambiado radicalmente tras la Transición: desde la comedia desenfadada de Fernando Colomo ("Bajarse al moro"), hasta el cine penetrante y turbador de Pedro Almodóvar ("¡Qué he hecho yo para merecer esto!", "Todo sobre mi madre").

Aunque los escenarios de la droga han sido otros:

  • los principales focos urbanos de las sociedades avanzadas;
  • los institutos,
  • los bares
  • y discotecas.

Y las concentraciones hippies de jóvenes activistas por la paz han dejado paso a grupos segregados de adolescentes erráticos y desencantados: lo que se ha dado a llamar ‘La Generación X’. Ewan McGregor sienta las bases del manifiesto, en lo que a drogas se refiere, por boca de Mark Renton en la aplastante "Trainspotting", de Danny Boyle (1996): “Yo elegí no elegir la vida. Yo elegí otra cosa, y las razones: No hay razones. ¿Quién necesita razones cuando tienes heroína?”.

Otro título corrosivo es "Requiem for a dream", de Darren Aronofsky (2000), que sigue el proceso de inmersión de sus protagonistas en drogas de características diferentes, como lo son las anfetaminas y a la heroína. Un joven traficante (Jared Leto) sueña con salir de la pobreza gracias al narcotráfico, mientras se va enganchando más y más a la heroína. Al tiempo, su madre (Ellen Burstyn) vive sola, viuda, y se pasa el día viendo un concurso de televisión en el que sueña participar. Cuando finalmente recibe la llamada que supuestamente la invita a participar en su programa favorito, comienza una dieta de adelgazamiento a base de anfetaminas para lucir más guapa en televisión. El curso fatal de los acontecimientos de este réquiem por el sueño americano está narrado con estética psicodélica y ritmo asfixiante que ilustran trances de intoxicación o mono sucesivamente. Aronofsky termina una sobredosis cinematográfica desbordante y comprometida con el propósito incondicional de hacer entender al espectador a toda costa la experiencia de la droga.

EL SHOW DEBE CONTINUAR.

Más complicado que simular estar drogado por exigencias del guión, suponemos que será fingir que no se está una vez ha terminado el trabajo. Aun así no faltó quien emulase a su personaje; vidas imposibles fuera de la pantalla que hoy son mitos indelebles, como Marilyn Monroe, como River Phoenix, que no cumplió los 24 años. ¿Aún quieren saber cómo terminó la historia? El cine abordó el tema de la droga y el mundo del cine albergó la droga; los proyectos imposibles se convirtieron en clásicos; las estrellas malogradas se inmortalizaron; las risas tornaron en lágrimas y éstas en ilusión renovada... Ésta fue la gran fábrica de sueños del siglo XX, el show nunca se detiene: luces, cámara, ¡rodando!

Material Extraído de: http://www.observatorio.gov.ar/cya/movie01.html

CODEPENDENCIA Y VIOLENCIA FAMILIAR

La violencia familiar es un fenómeno de gran actualidad, aunque posiblemente haya existido desde hace muchísimo tiempo. CONCEPTO DE DEPENDENCIA EMOCIONAL / CODEPENDENCIA La dependencia emocional es la necesidad afectiva extrema que una persona siente hacia otra a lo largo de sus diferentes relaciones de pareja. No obstante, su carácter crónico no se basa en la sucesión de dichas relaciones sino en la personalidad de estos sujetos; es decir, el dependiente emocional lo es también cuando no tiene pareja, aunque esto no sea lo más habitual porque su patología provoca que busque otra desesperadamente. De hecho, una de sus características es que no soportan la soledad, algo que veremos más adelante. Dos aspectos característicos emergen de la definición: en primer lugar, que la necesidad es excesiva y que por tanto no se reduce a la propia de una relación amorosa; en segundo lugar, que dicha necesidad es de carácter afectivo y no de otro tipo (pensemos en el clásico “trastorno de la personalidad por dependencia”, en el que la indecisión y la sensación de inutilidad o desvalimiento personal es lo que une a la persona de la cual se depende). CARACTERISTICAS DE LOS CODEPENDIENTES Las características que a continuación vamos a enumerar en torno a la dependencia emocional se dan en los casos que podemos catalogar como patológicos y estándar. Estas dos matizaciones se deben a que la dependencia emocional es un continuo que empieza con la normalidad y termina con la patología, por lo tanto existen diferentes niveles de gravedad. En las dependencias más leves encontraremos sólo algunas de estas características. Además, la dependencia emocional puede adoptar diversas formas que alteran sustancialmente a la que estamos definiendo como “estándar”. Una de estas formas, que describiremos más adelante, explica el comportamiento del grupo de maltratadores al que hacíamos referencia; mientras que la “estándar” daría cuenta, entre otras, del proceder de determinadas personas víctimas de violencia familiar. Dividiremos estas características en tres áreas:

  • relaciones interpersonales (con especial hincapié en las de pareja),
  • autoestima y
  • estado anímico:

Relaciones interpersonales:

  • Tendencia a la exclusividad en las relaciones. Esto se da tanto en las relaciones de pareja como en las amistades de estas personas, sintiéndose más cómodas hablando con un único amigo que en un grupo numeroso, en el que no se tiene el suministro afectivo necesario y pueden, paradójicamente, encontrarse más solas. Esta exclusividad, dentro ya de las relaciones de pareja, da a entender que más que cariño hay necesidad hacia el otro, implica una cierta falta de construcción personal. Asimismo, ilustra a la perfección la similitud con otras adicciones, en tanto que dicha exclusividad y enganche constante hacia la otra persona se produce también en ellas. La adicción se convierte en el centro de la existencia del individuo y todo lo demás queda al margen, incluyendo trabajo, familia o amigos. De conservar amistades suelen ser de uno a uno y para hablar sobre la pareja, que se convierte en el tema favorito de conversación.
  • Necesitan un acceso constante hacia la persona de la cual dependen emocionalmente. Esto se traduce en un agobio asfixiante hacia ella con continuas llamadas, mensajes al móvil, aferramiento excesivo, deseo de hacer con ella cualquier actividad, etc. La motivación de este acceso constante es por un lado la necesidad emocional y por otro la ansiedad por una posible pérdida del otro.
  • Necesitan excesivamente la aprobación de los demás. De hecho, sondeando en los antecedentes patológicos de estos pacientes aparecen en muchas ocasiones historia de trastornos de la alimentación. Esto indica el desequilibrio emocional subyacente, su autorrechazo y también los deseos de agradar (en el caso de los trastornos alimentarios, también físicamente) a los demás.
  • Ilusión al principio de una relación o cuando conocen a una persona “interesante”. Esta ilusión tiene mucho de autoengaño, de la misma forma que cuando se da una ruptura pueden pensar que por ver de vez en cuando a su pareja no se van a volver a enganchar a ella, o que si ésta ha prometido dejar de agredirles sistemáticamente creer que en esta ocasión será cierto.
  • Subordinación en las relaciones de pareja. Es un medio para preservar la relación a toda costa, algo que hacen muy bien y que es atrayente para sus parejas por el suministro narcisista que les proporciona. Las relaciones de pareja de los dependientes emocionales son marcadamente asimétricas, desequilibradas. Uno de sus componentes es el que domina claramente en la pareja y el otro (en este caso, el dependiente emocional) sólo se preocupa de su bienestar, de hacer lo que su pareja desee, de magnificar y alabar todo lo que hace, de ser el objeto de su desprecio narcisista e incluso a veces de su rabia, tanto psíquica como física.
  • Idealizan a sus parejas y las escogen con unas características determinadas: ególatras, con gran seguridad en sí mismas, frías emocionalmente, etc. El narcisismo de estas personas es la contrapartida de la baja autoestima de los dependientes emocionales, por eso se produce esta idealización y fascinación.
  • Las relaciones de pareja atenúan su necesidad, pero siguen sin ser felices. De todas maneras tampoco esperan serlo porque su existencia es una sucesión de desengaños y no tienen el componente esencial del bienestar: quererse a sí mismos. Este componente, por otra parte, es fundamental para poder llevar a cabo relaciones de pareja sanas, equilibradas y mutuamente gratificantes. Esta sensación de tristeza y de vida torturada se manifiesta con claridad cuando nos damos cuenta de que realmente no echan de menos el afecto y a veces el respeto que la pareja debería tenerles, simplemente es algo desconocido para ellos. Esto es algo que resulta difícil de entender cuando tratamos con estas personas.
  • Pánico ante la ruptura y gran posibilidad de padecer trastornos mentales en caso de que se produzca. De hecho, uno de los dos motivos principales de consulta de los dependientes emocionales es el padecimiento de una psicopatología (generalmente, un episodio depresivo mayor) tras una ruptura. Este sufrimiento se puede producir con una persona que ha hecho la vida imposible o que incluso ha maltratado al dependiente emocional. En estos casos, el paciente no deja de recordarnos a un adicto en pleno “síndrome de abstinencia”; es más, son muy frecuentes la negación de dicha ruptura y los continuos intentos y exhortaciones para reanudar la relación. Es necesario añadir que esta tormenta emocional amaina milagrosamente cuando aparece otra persona que cubra las necesidades afectivas del dependiente, y es muy frecuente que la ruptura se produzca cuando se tiene ya otra relación. Cuando esto se produce, el centro de la existencia pasa a ser la nueva pareja. La diferencia con personas “normales” es que éstas suelen guardar un periodo que podríamos calificar como de duelo tras una ruptura amorosa, período en el que no se tienen muchas ganas de tener a otra persona porque la anterior todavía ocupa un lugar privilegiado.
  • Tienen un miedo e intolerancia terribles a la soledad, base de su comportamiento ante las rupturas, de su necesidad de otra persona, del apego y parasitismo que tienen hacia ella u otras personas, etc. Esta intolerancia a la soledad se debe a que la relación del dependiente consigo mismo es muy negativa; con otras palabras podemos afirmar que “no se soportan”.
  • Presentan cierto déficit de habilidades sociales, como falta de asertividad. También destaca el egoísmo, fruto de la necesidad patológica que tienen hacia otra personas. La exclusividad y el agobio que pueden llevar a cabo también hacia amistades denota precisamente ese egoísmo. Pueden tener a otra persona al teléfono hablando de su pareja durante mucho rato sin importarles, por ejemplo, que tengan visita o que se tengan que marchar por cualquier motivo.

Autoestima:

  • Autoestima y autoconcepto muy bajos. No esperan ni echan a faltar el cariño de sus parejas porque tampoco lo sienten hacia sí mismos, y generalmente tampoco lo han tenido de sus personas más significativas a lo largo de sus vidas. Podemos afirmar sin temor a equivocarnos que así como el miedo a la soledad es uno de los rasgos distintivos de los dependientes emocionales, la falta de autoestima es el fundamento de dicho rasgo. El autoconcepto es también bajo por simple coherencia con la autoestima, aunque esto en ocasiones no es así en tanto pueden desarrollar habilidades a lo largo de su vida en las cuales adquieran confianza y seguridad (por ejemplo en el área laboral).

Estado de ánimo y comorbilidad:

  • Manifiestan estar tristes y preocupados. Antes hemos hablado sobre la sensación de tristeza e infelicidad que planea sobre las vidas de los dependientes emocionales; el estado de ánimo es por tanto disfórico y con tendencia a las rumiaciones sobre posibles abandonos, sobre el futuro de la relación, el miedo a la soledad y qué podrían hacer para mitigarlo, etc. En consecuencia, la sintomatología ansiosa también es relevante. Las comorbilidades más frecuentes son, por tanto, con trastornos depresivos y ansiosos, y hay que considerar la posibilidad de antecedentes de trastornos de la alimentación como la anorexia o la bulimia.

Como síntesis de estas características podemos extraer las que consideramos básicas para la dependencia emocional, que deben estar presentes necesariamente para que una persona merezca este diagnóstico. Son las siguientes:

  • Miedo e intolerancia a la soledad.
  • Historia de relaciones de pareja gravemente desequilibradas, o una única relación que por su duración ha ocupado la mayor parte de la vida adulta del sujeto.
  • Baja autoestima.

Las causas de la dependencia emocional son lo suficientemente extensas y complejas como para no profundizar en ellas en este artículo. No obstante, sí podemos anticipar que, entre otros factores, la mezcla de carencias afectivas tempranas y el mantenimiento de la vinculación emocional hacia las personas que han resultado insatisfactorias son las responsables de la génesis de la dependencia.

LA DEPENDENCIA EMOCIONAL DOMINANTE

Como hemos dicho, la forma estándar de dependencia emocional es la que acabamos de describir. Esta forma estándar, en sus grados más extremos de gravedad, es la responsable a nuestro juicio del comportamiento del grupo de personas víctimas de malos tratos que continúa amando a su pareja. Sin embargo, existen lo que hemos denominado “formas atípicas” de dependencia emocional, en las que este fenómeno aparece simultáneamente con otros. Una de estas formas atípicas es la dependencia dominante, coexistiendo aquí tanto la necesidad afectiva propia de la forma estándar, como una intensa agresividad hacia la pareja. La ambivalencia resultante es la responsable del comportamiento peculiar del grupo de maltratadores al que hemos hecho referencia al comienzo de este artículo.

Los dependientes dominantes se caracterizan, como su propio nombre indica, por tener relaciones de dominación en lugar de sumisión, sin por ello dejar de sentir dependencia hacia su pareja. Ya hemos visto en la dependencia emocional normal que las relaciones de pareja se caracterizaban por la sumisión y la idealización. En el caso de la dependencia dominante se da simultáneamente con la necesidad afectiva un sentimiento de hostilidad. Se puede interpretar esta hostilidad como una especie de venganza por las carencias sufridas, que ciertas personas con una autoestima algo más sólida se pueden permitir el lujo de mostrar. Estas personas suelen ser varones, lo cual tiene posiblemente implicaciones tanto biológicas como culturales, en tanto éstos tienen presiones sociales para adoptar posiciones de fuerza y competitividad, y cierta facilidad para la desvinculación afectiva hacia los demás.

Estos dependientes dominantes establecen relaciones de pareja desde una perspectiva superior, de dominio, y utilizan a su pareja para satisfacer sus sentimientos ambivalentes (la ambivalencia es la presencia simultánea de afectos positivos y negativos que entran en conflicto). Por un lado atacan, controlan, dominan o incluso humillan a su pareja. Esto refuerza al mismo tiempo su autoestima porque niegan así su otro sentimiento fundamental, la dependencia. Pero detrás de esta posición de superioridad se esconde una profunda necesidad y control del otro, al que quieren siempre consigo y en exclusividad. En este tipo de dependencias son muy comunes los celos, incluidos los patológicos, que encubren la necesidad y la posesión que sienten hacia su pareja. Digamos que con esta actitud de dominio obtienen lo mismo que desea el dependiente emocional estándar, que es la presencia continua de su pareja, y además contentan otra tendencia más hostil y dominante, satisfaciendo así su ego y su rencor hacia las personas.

¿Cómo se sabe que hay una dependencia tras la dominación y la violencia?, porque está claro que muchas veces no es así. Tenemos que sospechar la presencia de sentimientos de dependencia afectiva cuando a pesar de la violencia, la crítica, el desprecio o el aparente desinterés, estas personas no rompen la relación, siempre y cuando no obtengan una gratificación narcisista de ella en forma de recibimiento de alabanzas o de fascinación por parte de su pareja (si es así, posiblemente ésta sea dependiente emocional convencional) o que haya un interés personal o material por medio. Además de esto, observando el tipo de interacción entre ambos o entrevistando por separado a los componentes de la pareja, nos daremos cuenta de que sea por un motivo o por otro el dependiente dominante se las ingenia para estar con la otra persona, a la que supuestamente desprecia, o bien mantiene el contacto con ella.

Pero sin duda este fenómeno se destapa e incluso se reconoce por el que lo padece cuando se produce una ruptura. Como es fácil imaginar, las rupturas son frecuentes en este tipo de relaciones porque la otra persona se cansa de las críticas, de la hostilidad, del desprecio, de hacer siempre lo que el dominante quiere o de observar cómo niega tanto para sí mismo como para los demás cualquier sentimiento positivo hacia ella. Cuando se da la citada ruptura, el dependiente dominante puede reaccionar exactamente igual que cualquier otro dependiente emocional: entra en una profunda depresión, suplica a su expareja que se reanude la relación, le promete que cambiará, reconoce lo mal que se ha portado, etc.

La pareja de estos dependientes se sorprende de que después de la ruptura muestre que tras la mascara de superioridad, dominación, cinismo, desinterés o violencia, se escondía una profunda necesidad afectiva. Esta sorpresa se acompaña en la mayoría de los casos de indignación y suele ser un motivo por el que la relación no se reanuda. Además, está el fundado temor de que al retomar la relación estos dependientes vuelvan a su anterior pauta de interacción.

Pero tras la ruptura, los dependientes dominantes pueden reaccionar de una forma bien distinta. Si su tendencia violenta es superior a su necesidad afectiva, en lugar de implorar reanudar la relación pueden vengarse de la respuesta recibida, que interpretarán como la confirmación de sus sospechas sobre la falta de sentimientos de su pareja o sobre presuntas infidelidades de ésta.

La idea de posesión absoluta es tan grande que no podrán siquiera imaginar que la persona que es de su propiedad, según ellos, tiene ahora “libertad” para hacer lo que desee. El odio por no poder satisfacer su necesidad reavivará viejas heridas por desengaños interpersonales sufridos durante toda su vida, con lo que se abren las puertas para un desenlace trágico. La mezcla de necesidad enfermiza y de odio hacia una misma persona es extremadamente patológica, y causa sufrimiento tanto en la persona que la padece como sobre todo en el destinatario de estos sentimientos.

Material Extraído de: http://www.psicocentro.com/cgi-bin/articulo_s.asp?texto=art41002

LA VELOCIDAD VIOLENTA Y DESTRUCTIVA DEL PACO...

"Paco", que te parta un rayo Maldita paradoja para los que trabajamos en adicciones con las llamadas drogas sintéticas (fabricadas y diseñadas en laboratorios); operativamente éstas nos dan tiempo para la rehabilitación del adicto, puesto que tienen un grado de mayor o menor tolerancia en el organismo de la persona (lo que, a su vez, refuerza la adicción), según la droga y la intensidad adictiva. Cuando digo tiempo, distingo aquel en que el adicto decide rehabilitarse y llega a nosotros (lo que ya lleva su considerable tiempo), y el mismo de rehabilitación. Pero la velocidad destructiva del "paco" (pasta de cocaína, su residual) es tal que casi nos anula el tiempo en la operatividad terapéutica. No podemos llegar y, cuando llegamos, la mayoría de los pibes ya están "limados", porque un cuerpo no puede tolerar años con esta droga: sus efectos son despiadados. En menos de un año, si no murió, ese chico quemó lo suficiente de su aparato cerebral y cognitivo, a razón de unos cuantos "pacos" por día, pues esta sustancia tiene un altísimo nivel de adicción. Los apenas 30 segundos de vuelo que produce, piden más y más. Por día, 20, 40, 60 bolitas mezcladas con tabaco, son un rayo fulminante. Como comunidades terapéuticas no nos preocupa tanto el tema de las sustancias, lo que más nos importa es ver qué pasa dentro del adicto, atravesar ese campo fantasmagórico en el que, afortunadamente, encontramos estatutos vitales, proyectos de vida y vínculos con la realidad que están aún presentes y nos permiten rehabilitar. Con el "paco", el único vínculo que tienen con la realidad es intolerable. Casi no tienen proyectos de vida. El "paco" no sólo nos preocupa, nos urge. Creo que el adentro de estos pibes es el afuera. Y afuera están las políticas del Estado y la sociedad, que tiene en su adentro idiotas clínicos (médicamente hablando) y cadáveres de pibes fulminados por el "paco", un sistema judicial superpoblado de menores adictos y delincuentes, que saturan el sistema gubernamental y el no gubernamental, como, por ejemplo, el de nuestras comunidades terapéuticas. ¿No tenemos proyecto de vida para los niños en las entrañas de esta sociedad? Porque, al menos y en principio, es hora de que no los pensemos como villeros o pibes chorros, sino como niños a los que los parte un rayo, Paco. Material Extraído de: http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=791224

LUDOPATIA: ILUSIONES DE DINERO FACIL QUE TERMINAN SIENDO UNA TRAMPA

Penurias y sufrimientos de los apostadores compulsivos. Los juegos de azar están asociados indefectiblemente en la mente de todos con la diversión fácil y el sentirse ganador. Un relevamiento realizado en Córdoba muestra que a partir de la privatización del juego se instalaron casinos, bingos y se autorizaron más de 2500 máquinas tragamonedas en toda la provincia. Pero esos datos no alcanzan para explicar un problema que se está transformando en algo cada vez más grave: LA LUDOPATIA. Se conoce como juego patológico, ludopatía o adicción al juego, al tipo de juego que implica asumir riesgos económicos con posibilidades de ganancias rápidas y que facilita la aparición de conductas problemáticas. ¿Y qué impulsa a la gente al juego? El juego normal es por placer; en cambio, el patológico se convierte en una necesidad, algo que está presente todo el tiempo en el pensamiento del adicto. Según los especialistas, los motivos pueden ser:

  • desilusiones amorosas, laborales, familiares,
  • soledad,
  • deudas
  • o, simplemente, tener una visión de futuro con pocas esperanzas.

Pero también tiene que haber una predisposición de la personalidad;

  • su debilidad frente a los móviles instintivos que le tientan desde la propia naturaleza, como la ambición, el afán,
  • el gusto por el riesgo,
  • la baja tolerancia a la frustración
  • y la susceptibilidad al aburrimiento.

Los psiconalistas sostienen que es una forma de autocastigo por culpas subjetivas no resueltas, y los psicólogos conductictas, como un ejemplo de condicionamiento operante; por los premios que recibe por su conducta.

Jorge B., de 40 años, trabaja en el centro y concurre todos los mediodías al casino flotante, a jugar unas fichas en la ruleta. "Desde hace unos meses juego cada vez más y no puedo parar; de todos modos, creo que cuando quiera podré salir." El aún no trata su problema, no es consciente del dinero que pierde cada día y siempre piensa que lo puede recuperar.

Alfredo R.: "La adicción al juego es terrible, te destruye. Te puede llevar a la muerte, a la locura o a la cárcel", reflexiona. "Mi peor etapa fue a partir de 1994, no podía dejar de apostar. Tenía en la calle 60 cheques sin fondo, el banco me había cerrado las cuentas, los prestamistas me exigían que les pagara y tenía hipotecada la casa de mis padres."

FAMILIARES INVOLUCRADOS

El impacto que produce el enfermo ludópata en su personalidad afecta también a toda su familia y entorno. El director terapéutico de la Asociación Aragonesa de Jugadores de Azar en Rehabilitación (Azajer), José Vicente Marín, explica en su trabajo Modelo de Azajer intervención en terapia de familia, presentado en el primer Congreso de Ludopatía, realizado en Guipúzcoa, que "la familia sufre durante un tiempo, antes de que se descubra la dependencia, un largo proceso de desestructuración".

Esto lo corrobora Nati G., integrante de Juga-Non. "Después de casarme no vi a mi marido durante seis años, no volvía a casa después de su trabajo y tampoco veía a su hija. Tenía mucha bronca, quería divorciarme, pensaba que estaba con otra mujer y no sabía que era un jugador compulsivo. Cuando lo descubrí comencé a cambiar mi personalidad; me transformé en un monstruo, le gritaba, lo perseguía, hasta llegué a encerrarlo en nuestra casa para que no se escapara. Si no regresaba salía a buscarlo, con la nena en brazos, por los garitos, hasta que lo encontraba y armaba escándalos. Hasta que no fui a Juga-Non, no comprendí que yo era codependiente, que también necesitaba ayuda".

En el mismo trabajo, el doctor Marín describe diferentes etapas por las que atraviesa un jugador compulsivo o ludópata:

  • ocultación del problema;
  • negación de la relación adictiva con el juego (la familia lo ve como un vicio y no como una enfermedad);
  • incomunicación, la familia se contagia del silencio del enfermo;
  • mentiras,
  • sensación de fracaso,
  • sentido de culpa,
  • frustración sexual,
  • inexistencia de la vida social y la economía (el jugador patológico necesita de vez en cuando de una mayor cantidad de dinero y se recurre a cualquier medio para conseguirlo).
Después de 15 años de sobrellevar el problema, Nati G. es contundente: "La enfermedad no se cura, sólo se recuperan y hay que aprender constantemente". Reestructurar el vínculo familiar: diría el doctor Marín. No obstante, después de muchos tropiezos, Nati pudo continuar con su matrimonio, y su marido, a pesar de varias recaídas está en Jugadores Anónimos, y ayuda a los numerosos ludópatas, entre los que hay cada vez más mujeres. Material Extraído de: http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=791216

LA IMPORTANCIA DE SABER ESCUCHAR A NUESTROS HIJOS

¿Cómo fortalecer la relación con nuestros hijos? El anhelo de encuentro y comunicación de muchos padres con sus hijos se ve frustrado en ocasiones a raíz de diversos obstáculos que se les presentan y expresan a través de numerosas quejas. Tres quejas son las habituales: * No tenemos tiempo. * Mis hijos no se abren. * Sólo ven televisión y se enfrascan en Internet. Superar la queja implica buscar capacitarnos en tres habilidades:

  • Conquistar el tiempo familiar: aprender a discernir lo urgente de lo importante y tomar la decisión de elegir todo aquello que nos permita tener una presencia accesible para nuestros hijos.

La frecuencia en el trato con nuestros hijos, compartiendo buenos momentos, favorece la calidad del conocimiento mutuo. Leerles un cuento, compartir una caminata, participar de un juego, salir juntos y solos, mirar sus cuadernos, escuchar sus inquietudes, interiorizarnos de sus gustos, aceptar sus opiniones, son muestras concretas de la consideración, el afecto y el valor que les damos.

  • Aprender a comunicarnos: para comprender a los otros, necesitamos desarrollar actitudes internas y externas que nos faciliten el camino para entenderlos. Para verificar si estamos entendiendo bien lo que nuestros hijos sienten y piensan, después de escucharlos con mucha atención, debemos expresarles a modo de reflejo aquello que creemos comprender, brindándoles la oportunidad de confirmar o negar lo que estamos entendiendo.

Será fundamental crear un clima de confianza, libre de amenazas, que permita a nuestros hijos sentirse seguros para abrirse y expresarse. Juzgarlos, criticarlos, desvalorizarlos, ridiculizarlos, compararlos, minimizar sus experiencias, culparlos, aterrorizarlos, sobreprotegerlos, sobreexigirles, por ejemplo, son muchos de los obstáculos habituales que cierran el diálogo y deterioran la autoestima de nuestros hijos. Si queremos entrar en sus mundos, tenemos que comprender que son ellos los que tienen que abrir la puerta y dejarnos entrar en su intimidad.

  • Establecer reglas claras de convivencia: necesitamos revisar las reglas que rigen en nuestra familia y definir normas claras, responsabilidades concretas de cada miembro y consecuencias preestablecidas y explicitadas para aquellos que no asumen las responsabilidades que les corresponden.

Las normas deben ser pocas, referidas sólo a lo importante; claras, comprensibles y adecuadas a cada edad; afectuosas, dictadas por el afecto y no desde el enojo; positivas, no formuladas como un catálogo de prohibiciones; coherentes, los padres somos modelo de lo que proponemos; pacientes, que respeten el proceso y tiempo de aprendizaje.

Ser padres tiene momentos de felicidad, dolor y desaliento para ayudar a crecer a los hijos. Requiere madurez emocional, desarrollo espiritual y una pedagogía adecuada, lo que implica sí o sí un trabajo interior y capacitación.

Material Extraído de: http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=773910

CHICOS DE LA CALLE

Desprotegidos y vulnerables, son víctimas directas y fáciles de los que manejan la venta de estupefacientes. (FOTO: Un niño que aspira el interior de una bolsa de papel. Hoy, una triste y reiterada imagen en las grandes ciudades.) Desprotegidos, vulnerables, presas fáciles para los que manejan el negocio de las drogas... Hoy no es raro encontrar en la vía pública a chicos, algunos muy pequeños, ingiriendo sustancias tóxicas. Son víctimas de la indigencia, de abusos sexuales y de los que los explotan laboralmente. Carecen de un entorno familiar sólido, de contención, de límites, de proyectos. Estas son algunas de las causas que, según los especialistas, llevan a muchos chicos de la calle -a partir de los 7 u 8 años- a involucrarse con la droga. Los que tienen 15 o 16 están más comprometidos. "Aunque consumen desde pequeños, esto se incrementa en la adolescencia, ya que al problema económico, la calle, el trabajo o la explotación sexual, se suma la crisis de la adolescencia", explica José Manuel Grimma, coordinador de la Unidad de Intervención y Servicios Especiales del Consejo de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes. Según investigaciones del Observatorio de Drogas de la Secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el narcotráfico (Sedronar) y del Consejo Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia (Connaf), estos menores consumen sustancias como:

  • pegamentos con tolueno -Poxiran-,
  • marihuana,
  • pasta base - "paco"-,
  • cocaína,
  • Nevadoi -marihuana con cocaína-
  • y psicofármacos, como Rivotril y Diazepan.

Por su bajo costo y fácil acceso, el "paco" (compuesto por los desechos de la producción de la cocaína y ácidos) y los inhalantes, son los más comunes entre estos chicos. Con respecto al "paco", Eugenio Nadra, médico psiquiatra y coordinador del Consejo Científico de la Sedronar, remarca: "Aparte del daño que provoca la cocaína, estos solventes destruyen las neuronas y producen grandes lesiones en el sistema nervioso central". Alteraciones en la capacidad cognitiva, disminución en la inteligencia y agresividad, son algunas de las consecuencias de consumir esta droga. "El chico cree sentir placer y euforia. Supone que es fuerte, con capacidad ilimitada; pero esto dura pocos minutos, después se siente depresivo, con fatiga y cansancio. Eso los lleva buscar desesperadamente la droga", explica el psiquiatra. Los inhalantes, por su parte, también dañan el sistema nervioso y, entre otras cuestiones, "producen trastornos del equilibrio, ceguera permanente y encefalitis", comenta el doctor Nadra.

A pesar de que el artículo 64 del Código Contravencional de la Ciudad de Buenos Aires (ley 1472) prohíbe el suministro indebido a menores de 18 años, estas sustancias siguen llegando a manos de los chicos. "Una de las estrategias que utilizan es el contacto con adultos que se las proveen a cambio de vino, por ejemplo", expone Grimma.

EL CONTEXTO DEL CHICO. Las causas por las que los chicos consumen tienen más que ver con el marco afectivo que con la pobreza económica.

Consumen para intentar abstraerse de la realidad angustiante y de la soledad. Cristian Laclau, del área de Relaciones Institucionales de la Fundación Manantiales expresa: "La falta de comunicación con la persona que tiene que ser el referente hace que muchas veces los chicos tapen esa soledad con la droga y el alcohol".

Las investigaciones enumeran como causas:

  • la curiosidad,
  • el desconocimiento,
  • la presencia de drogas en el hogar,
  • la identificación y condiciones de pertenencia a un grupo de pares,
  • situaciones de angustia,
  • el aburrimiento
  • y la búsqueda de experiencias placenteras.

María Muro, licenciada en psicología y terapeuta de la Fundación Manantiales, afirma que "las adicciones es un problema o patología determinado por múltiples variables. Lo leemos como un síntoma familiar; ya sean conflictos intensivos a nivel parental y falta de límites".

Por su parte, Grimma explica que es muy común que las familias de estos chicos estén desestructuradas y que se mezclen la pobreza económica y la cultural, la imposibilidad de construir vínculos, además de problemas afectivos y de adicciones en el núcleo familiar.

La droga en los chicos es un tema que involucra a cualquier clase social. Sin embargo, es más difícil encontrar niños de corta edad que consuman en las clases más altas porque viven en un contexto diferente de contención; si se produce es, en general, en la adolescencia. "Los chicos pobres consumen porque tienen vacío el estómago y los ricos porque tienen vacío el espíritu", dice Nadra.

Los problemas socioeconómicos hacen que disminuyan en los chicos un proyecto de vida, y si no lo tienen, "automáticamente se instala un proyecto de muerte como es la droga", resume Grimma.

Material Extraído de: http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=791223

AMOR Y CONTENCION, UNA BUENA FORMA DE AYUDAR A NUESTROS HIJOS

ES IMPORTANTE PODER DAR RESPUESTAS.
Responsabilidad es la posibilidad de "dar respuestas" indica Hugo Mayer, director del Centro Gorriti para la prevención y asistencia de las adicciones.
"Cuando los padres no dan respuestas adecuadas a los requerimientos de los hijos, sobre todo afectivos desde las primeras épocas de la vida, se generan marcas, huellas." A su vez afirma que gran parte de las personas que padecen una adicción son emergentes de familias disfuncionales, "disgregadas, donde no hay figuras de autoridad respetada, padres abandonantes, autoritarios, intrusivos en la intimidad de los hijos; que no estimulan el desarrollo de la parte más singular, más original de cada ser humano".
La fragilidad de las funciones parentales es el común denominador indicado por quienes trabajan cerca de las adicciones, que más de una vez ponen en riesgo los requerimientos esenciales para la evolución de la persona: "un sostén confiable, con pautas previsibles, padres que puedan a través del juego y el cuidado mostrarse y ofrecerse como objetos de amor, y también como sujetos de confrontación, que puedan ser modelos de identificación, saludables y valorados".
Los adolescentes se encuentran en un mundo de provocaciones, donde más de una vez "hacen experiencias de aprendizaje sin conducción" afirma la psicóloga Susana Barilari, codirectora de la Fundación Proyecto Cambio, al referirse al desconcierto de los jóvenes frente al desdibujamiento de referentes adultos.
Atendiendo a los expertos consultados, queda claro que las dificultades en la relación padre-hijo no sólo se dan por situaciones de abandono, sino también por sobreprotección: "Los padres muy temerosos y controladores suelen fracasar en la conducción de sus hijos, porque no generan una respetabilidad. Los adolescentes respetan a quien no tiene miedo, da ganas de ser grande cuando los padres no tienen miedo", afirma el psicólogo Miguel Espeche, coordinador general del Programa de Salud Mental Barrial del Hospital Pirovano.
Tanto Mayer como el pediatra Carlos Guillermos Llabrés, médico de la sección adolescencia del Hospital Alemán, coinciden al enumerar los posibles indicadores de consumo en adolescentes y jóvenes:
  • la pérdida de la comunicación,
  • el cambio rotundo de hábitos,
  • inversión de horarios,
  • fracaso escolar o laboral,
  • gastos desmesurados,
  • relaciones con personas desconocidas,
  • desmotivación
  • o cambios físicos como la disminución excesiva de peso.

Por todas partes escuchamos hablar de la importancia de la prevención. En el libro "¡Socorro!, mi hijo se droga", Llabrés aconseja:

  • realizar actividades deportivas,
  • buscar metas,
  • conocer las expectativas de los hijos,
  • confiar en sus capacidades,
  • valorar sus logros,
  • compartir responsabilidades,
  • conocer a los amigos de los hijos y sus familias, entre otras actitudes enumeradas por el autor.

Juan Pablo Berra, fundador y director de la Academia Aprender a Vivir, recuerda la etimología de la palabra: a-dicto, lo no dicho, y sobre esta premisa ha iniciado talleres de prevención en escuelas, trabajando con padres, docentes y chicos.

Berra sostiene que existen tres niveles de negación en la familia de la persona con adicción. Un primer nivel donde "lo que pasa no pasa", cuando los padres no pueden darse cuenta de que existe el problema; un segundo nivel donde "lo que pasa, pasa, pero no es importante" amparado con frases como "les pasa a todos", y una tercera instancia donde "lo que pasa, pasa, es importante pero yo no puedo hacer nada".

Berra explica que esta última forma de negación se manifiesta como "yo me ocupo de mi familia lo mejor que puedo y el resto que pase lo que pase" o bien descargando toda la responsabilidad en un especialista "lo cual es una retirada del papel del padre, ante los problemas que se van manifestando en el chico. Quince especialistas juntos no van a poder modificar lo prioritario que es la comunicación en la familia".

Espeche afirma que "los chicos que se sienten respetados y queridos tienen muchísimos más anticuerpos para las adicciones. Es muy importante que los padres miren a los ojos a los hijos para eso también se tienen que mirar a sí mismos. Acercarse no desde el miedo sino desde el amor". Interrogado sobre el tema recuerda la importancia de "no demonizar a padres ni a hijos, de la lejanía por el exceso de trabajo o la valoración superlativa de los bienes de consumo son víctimas tanto padres como hijos. Que los padres puedan tener un juicio crítico es muy importante para que los chicos no reproduzcan esto marginalmente, a través del consumo".

ADOLESCENCIA AMENAZADA

Alcohol y tabaco son las sustancias más consumidas por los alumnos secundarios. Tareas preventivas. La accesibilidad de los adolescentes a sustancias adictivas es cada vez mayor. A diferencia de las drogas duras, las campañas de prevención basadas en tabaquismo y alcohol no parecen alarmar demasiado a los más jóvenes. Según los investigadores casi el 40% de los chicos escolarizados admite haber consumido cigarrillos o bebidas alcohólicas antes de los 15 años. El gran salto parece darse al finalizar la escuela primaria, momento en que los adolescentes asocian al consumo con patrones de comportamientos positivos:

  • desinhibición,
  • aumento de la autoestima
  • e integración a un grupo.

El Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología de la Nación considera que la falta de sentido y de perspectiva de futuro en la vida de los chicos son las principales motivaciones que los llevan a las adicciones. Por esta razón, puso en marcha una serie de programas de prevención que tiene como objeto "construir futuro e integrar a los jóvenes como ciudadanos".

En la actualidad, más de 600 centros de actividades juveniles en todo el país ofrecen acciones que responden a sus intereses y expectativas. El proyecto intenta fortalecer la temática en la currícula escolar y restituir a la escuela, en su rol de institución de transmisión cultural, a través de propuestas de extensión formativa. De este modo, trabaja en acciones de capacitación juantamente con la Secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadicción y Lucha contra el Narcotráfico (Sedronar), para que el aula resulte el ámbito adecuado para las intervenciones preventivas.

El Observatorio Argentino de Drogas, del Sedronar, coordinado por Diego Alvarez, realizó un estudio sobre imaginarios sociales y prácticas de consumo de alcohol en adolescentes escolarizados de escuelas públicas y privadas. De esta manera, efectuó entrevistas anónimas a 61.700 jóvenes, entre 13 y 17 años, para advertir el sentido que adquiere el beber en los chicos.

"El alcohol aparece como un instrumento para producirse según ciertos parámetros sociales. El foco pasa por ser otro, por tener una identidad circunstancial", explicó la socióloga Cecilia Arizaga, responsable del proyecto.

Los varones son los que más consumen (42,2%), mientras que las mujeres (36,6%) se ubican en segundo lugar, según datos suministrados por Graciela Ahumada, responsable técnica del estudio. Este porcentaje tiene que ver con que las niñas tienen una mayor percepción de riesgo, no sólo respecto del alcohol, sino también en relación con otras sustancias adictivas. Para Arizaga, esta percepción está asociada "al sexo y a los peligros que les pueda traer".

Según el estudio, las escuelas públicas y privadas de nuestro país participan en grados diferentes:

  • por voluntad de la institución,
  • por programas de prevención
  • o por decisiones aisladas de los docentes.

El 60% de los chicos entrevistados dijo haber recibido alguna vez una charla de prevención; sin embargo, apareció en muchos la necesidad de mayor información. "Los chicos quieren espacios de comunicación, donde puedan charlar e intercambiar opiniones. Y el estar frente a un adulto anónimo les resulta más positivo", compartió la socióloga.

Por su lado, el Plan Federal de Prevención Integral sobre el Uso de Drogas en el ámbito educativo, diseñó el programa "Quiero ser", dirigido a niños de 10 a 14 años. El proyecto ofrece temáticas adaptadas a cada edad y dinámicas participativas para implementar en el aula. Su objetivo es prevenir el consumo de drogas y ofrecer una completa información para reducir factores de riesgo frente al uso de drogas. Asimismo, le acerca a padres y docentes un manual de orientación para "sensibilizarlos y comprometerlos a participar".

El entorno familiar . La Unión de Personal Civil de la Nación (UPCN) comenzó a trabajar hace 4 años, cuando el tema de las adicciones aparecía en el ámbito laboral como un problema social. Hoy, ofrecen capacitaciones gratuitas para trabajadores y familiares, en centros preventivos laborales. Se ocupan de drogas duras, tabaquismo, alcoholismo y adición al juego, y los programas que presentan también se difunden en escuelas del interior del país.

Guillermo Batista, Subsecretario de la Juventud del Consejo Directivo Nacional UPCN, acercó algunas recomendaciones para padres y docentes:

  • No abrumar con información
  • Brindar datos sintéticos, elaborados y bien direccionados
  • No hablar desde el terror ni la amenza
  • Exponer un mensaje afectivo de acompañamiento y solidaridad
  • Escuchar la problemática de los jóvenes y trabajar con sus carencias
  • Detectar conductas no habituales

Material Extraído de: http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=791227

DOÑA "NENA", UNA ABUELA QUE LUCHA CONTRA LAS DROGAS...

"A mí me marcaron la casa por haber denunciado a los que venden droga en este barrio. Acá no se puede descansar ni de día ni de noche por el miedo a ser asaltado. La droga se vende en cualquier lugar, incluso frente a los colegios." Así, Encarnación García, una mujer a la que los habitantes de Villa Cornú conocen como doña "Nena", describió cómo se vive en el barrio y cuál fue el precio que tuvo que pagar por haber denunciado a los distribuidores de narcotraficantes.
La lucha de esta abuela contra los que comercializan estupefacientes comenzó hace 15 años, cuando en lo que pareció un intento de asalto su hijo fue baleado desde un automóvil en movimiento por un grupo delincuentes que abrieron fuego a mansalva contra su casa.
"Al principio no entendía nada, porque no nos robaron nada; directamente nos dispararon. Arremetieron contra mi casa. Eran seis hombres armados con ametralladoras. Mi hijo salió a la vereda y lo balearon, mientras que mi marido, que había sufrido un infarto, se quedó en la habitación. Después de dos años, comprendí que habían atacado mi casa porque había ayudado a una chica que encontré en un baldío. Tenía los brazos cortados con una hoja de afeitar y estaba llena de pinchazos", recordó Encarnación.
Después del atentado, doña "Nena" cargó a su hijo en su Torino y lo llevó a la sala de primeros auxilios, con lo que logró salvarle la vida. Como él sobrevivió, ella se comprometió a trabajar por la seguridad de sus vecinos.
"Llevé a la chica a mi casa, la curé y le detuve las hemorragias. La chica logró sobrevivir. Después me enteré de que cuando estaba en el hospital, cuando la interrogó la policía mencionó algunos nombres. Uno de ellos, correspondía a un poderoso distribuidor de droga, al que luego metieron preso. Entonces, para vengarse porque le había salvado la vida a la chica, los cómplices de aquel traficante balearon mi casa", relató Encarnación.
Según esta abuela, que no tiene miedo a hacerles frente a los narcotraficantes y preside la Comisión de Seguridad de Villa Cornú, la denuncia por el atentado contra su casa nunca fue correctamente investigada.
"Ahora se nos metió el paco en el barrio. Los chicos no saben el desastre que produce esa droga. Los que consumen paco durante seis meses pasan a tener la edad mental de un hombre de 80 o 90 años. En la actualidad, el gran peligro radica en que muchos de los chicos que antes eran consumidores se convirtieron en vendedores y viven con el riesgo constante de que los maten los grandes narcotraficantes", afirmó, preocupada, Encarnación.
En su casa, la misma en la que vive desde hace 45 años, doña "Nena" recibe las denuncias de los vecinos sobre bandas de asaltantes y sobre vendedores de droga. En un cuaderno registró las denuncias y lleva una estadística. Afirma que los vecinos acuden a ella porque desconfían de la mayoría de los policías, aunque destacó el trabajo del comisario inspector César Almada y del oficial Cristián Mazza.
"A veces tengo ganas de bajar los brazos. Pero si todos bajamos los brazos, ¿qué va a pasar con nosotros? Todos los vecinos tienen derecho a vivir en paz. Además, tenemos que luchar contra la falta de decisión del gobierno provincial para combatir la inseguridad, porque la policía está desbordada", sostuvo Encarnación.
Doña "Nena" es una de las que se oponen a la decisión de varios vecinos de armarse para defenderse de los narcotraficantes. "Acá no se puede andar por la calle después de las seis de la tarde por los asaltos. Pero a los tiros no se arregla nada, porque podemos terminar matándonos entre nosotros y, al final, van a ir presos los vecinos decentes y los delincuentes van a seguir en la calle", concluyó.
A veces tengo ganas de bajar los brazos. Pero si todos bajamos los brazos, ¿qué va a pasar con nosotros? Todos los vecinos tienen derecho a vivir en paz. El gran peligro radica en que muchos de los chicos que antes eran consumidores se volvieron vendedores y viven con el riesgo constante de que los maten .
Material Extraído de: Diario La Nación - Información General - 10/09/2007

UN ARMA CONTRA LAS DROGAS

Siempre me sorprendió cuando recibimos a un muchacho con problemas de consumo desbordado y preguntamos a la familia el momento del inicio de esta carrera, el padre da una fecha de varios meses, que la madre corrige extendiéndola a mas de un año y el hijo corrige diciendo que en realidad hace tres años.
La pregunta que debemos hacernos es: ¿dónde estuvimos ese año de ceguera, distraccion, miopía?
  • Seguramente ocupados en las mil actividades que la realidad nos exige realizar para sobrevivir.
  • Algo cansados, pero tambien distraídos.
  • Sin tiempo de hablar en familia.

Cuando Barry Mac Caffrey estuvo a cargo de las politicas de drogas en los EEUU charló en la Argentina y dijo haber traido un arma contra las drogas. Creó un impacto porque pensamos que iba a fusilar a los posibles consumidores. A continuación dijo:"El arma es la mesa de la cena a la hora de la sobremesa, cuando se charla de los problemas de cada uno."

En una linea similar el Papa Juan Pablo Segundo pidió apagar una hora por día la TV para "estar en familia".

Se puede reforzar el accionar familiar, estando, hablando de valores, poniendo límites, creando condiciones de intercambio que valoraremos si el desborde aparece en la conducta.

Hoy la presión mediática está a favor del consumo y hasta hay autoridades que hablan del derecho a consumir (llamando despenalización a una situación en que no hay penalización). O sea que confunden la cuestión. Porque justamente nuestras leyes no penalizan al consumidor. Lo cual debería saberse. Lo peor no es el que consume sino el que facilita el consumo vendiendo en lugares prohibidos, promoviendo una cultura del todo vale, ofreciendo la venta en forma pública, dando forma a una cultura de la transgresión. Las consecuencias se advierten en las Guardias de los Hospitales que en nuestra ciudad rodean la costanera en la madrugada del sabado o el domingo. Se repletan de accidentados que intentaron manejar un auto o una moto sin deber hacerlo.

Material Extraído de: http://weblogs.clarin.com/educacion/archives/2008/05/un_arma_contra_las_drogas.html

¿NOS HAN ARREBATADO A LOS HIJOS?

La adolescencia es un período maravilloso, tremendo y confuso. Por momentos una cosa, por momentos otra. Y de ahí viene la confusión. La transición de nuestros hijos tiene poco que ver con la que en su momento vivimos. Ese niño que va hacia la adultez irá convirtiendo travesura en transgresión (algunas veces), otras en creatividad, y otras prefiere seguir siendo niño. Como un escultor que busca en la materia las precisiones de una forma aun no definida. Para los padres, con sus diversas experiencias en la mochila propia, observar este proceso puede fascinar, desalentar, o preocupar. Así como se sabía ser un cuidador, un orientador, alguien que enseña, ahora es mas difícil saber que se espera de uno. Aparecen barreras que antes no existían, pedidos que cuesta satisfacer, enfrentamientos, discusiones, peleas. Nuestros hijos pueden generar proyectos que poco después se esfuman.La convivencia tendrá momentos más difíciles. Y también más placenteros. Han aparecido las opiniones, las tomas de posición. El sexo y la política pelearán por el derecho a ser protagónicos, confrontando nuestras propias opiniones, costumbres y sentidos. Como si esto fuera poco aparecen con una presencia descomunal el alcohol, el cigarrillo y las drogas. El alcohol que para los padres apareció al finalizar la adolescencia aquí, inaugura la etapa. Y las primeras borracheras (señalan las encuestas) se informan entre los 12 y los 14 años. Es que el escenario ha pasado a dejar atrás casa y costumbres. Transcurre en discotecas que no cumplen reglamentaciones y en teatros que no debieron ser habilitados. Lo cual introduce riesgos. Como advierten los padres que concurren a buscar a sus hijos a la salida de los bailes y observan que muchos de ellos esquivan peligrosamente colectivos, motos y otros vehículos, no siempre con éxito. Lo certifican los hospitales que ese día recogen como nunca intoxicados, accidentados, adolescentes en estado de embriaguez o aun de coma alcohólico. ¿Es que nos han arrebatado a los hijos? ¿Habremos olvidado algunas enseñanzas que las Escuelas son renuentes a incluir? ¿Cómo se adapta la familia al cambio social imprevisto en su magnitud que abarca la desmesura del consumo como si fuera una necesidad? Conversemos. Material extraído de: http://weblogs.clarin.com/educacion/archives/2008/04/nos_han_arrebatado_a_los_hijos_1.html

CONFIANZA CIEGA EN LOS HIJOS...

Con gran dificultad comencé a revisar la lista de sitios que figura en el navegador de la compu. El obstáculo no estaba en el problema técnico. Por distintas circunstancias de mi vida podía hacerlo con comodidad. Si bien no manejo el computador como ella que es una “nativa digital” la idea de revisar y controlar los sitios por los que navega me hacía sentir mal. Es que durante años confié casi ciegamente. Le enseñé a confiar en mí e hice lo mismo con respecto a lo que ella hacía o deshacía. Una vez superado los límites de la primaria, dejé que ella decidiera cuándo, cómo y cuánto estudiar; progresivamente la dejé que vuelva un poco más tarde, supervisé discretamente sus compañeros, pero ahora todo cambió.
¿Cambió o estoy super desconfiada? ¿Tengo derecho u obligación a mirar dónde y cómo navega por Internet? ¿Y los chats? Es que cada vez está más tiempo en la compu… Se queda hasta altas horas de la noche chateando, su libreta de direcciones es kilométrica y los amigos de sus amigos continuamente mandan pedidos de ser incluidos. ¡Hola! Juan te pide que lo incluyas en tu libreta de direcciones; Hola Pedro dice que quiere ser tu amigo, ¿lo incluyes? Tiene apenas 15 años. Las llamadas al celu son constantes (y supongo que no todas son amigas). El estudio se va resintiendo y el otro día me faltó algo de dinero y ni quiero pensar que fue ella.
La ficción de más arriba nos es útil para plantear el tema de la confianza ciega entre padres e hijos. En mi experiencia personal, es difícil hacer comprender a muchos padres-madres que sus hijos son diferentes a como ellos suponen que son. En la escuela muchas veces vemos conductas que en la casa no se manifiestan o que el padre se resiste a considerar. Aceptar que un hijo miente, engaña o que realiza complicadas justificaciones y explicaciones que padre-madre acepta con cierta ingenuidad –voy a la casa de Mary a estudiar y vuelvo tarde porque después nos encontramos en el shopping con Julia- supone aceptar que el hijo miente y se debe - ¿debe? - desconfiar de su palabra.
¿Ha pasado Ud. por este problema? ¿Qué opina?
Material Extraído de: http://weblogs.clarin.com/educacion/archives/2008/06/confianza_ciega_en_el_hijo_1.html

¿SE DROGA?

Hay un debate en nuestra sociedad en relación a la despenalización de la droga para uso personal. Esto nos lleva a reflexionar acerca de su consumo. La caída de los ideales y la crisis de los grandes sistemas de pensamiento llevan a la sociedad a un consumo desmesurado y a todo tipo de dependencias. Las adicciones no son privativas de los adolescentes y las hay diversas: al alcohol, al juego, al vértigo, a la velocidad, a la compra de objetos, etc... El consumo de drogas aparece cada vez más temprano en los adolescentes como un intento de opacar un malestar intolerable.Nunca es suficiente insistir en lo frágil, complejo y difícil de esta etapa: el abandono de la infancia, el enfrentarse a la asunción real de la sexualidad, las inevitables vivencias de pérdidas y duelos, la búsqueda de la propia identidad, las nuevas relaciones con los amigos, el encuentro con el otro sexo y los conflictos con los padres. Al adolescente lo angustian la búsqueda singular, de por sí angustiante, y la falta de respuestas a sus interrogantes. En una sociedad que no tolera los contratiempos, en la que todo circula en torno a la inmediatez y al éxito, cualquier sufrimiento es signo de fracaso, sinónimo de ser “un loser”.No hay palabra, no hay transmisión. Hay un declinar de la función simbólica. Los jóvenes no tienen de dónde sostenerse y se aferran a la droga. Generalmente suelen consumir drogas porque ayudan a no pensar, porque es una forma de rechazo del pensamiento: conductas impulsivas que calman momentáneamente. Encuentran en la droga un medio para apaciguar la angustia, volverse insensibles al dolor de lo perdido, a la tristeza, al vacío ligado a la existencia y a la desorientación. Pero el encuentro con el tóxico los lleva a no sentir, desdibujando su mundo, aislándolos en un goce solitario. Hacen múltiples usos de la droga, como una forma social de compartir sensaciones, una automedicación para adormecer el sufrimiento, para lograr un buen nivel de adaptación o mejorar un rendimiento. Omnipotencia ilusoria que se desvanece cuando el efecto cesa. La cultura de la imagen, la de las apariencias, la del éxito fácil, la del consumo, la de la inmediatez, empuja a las salidas mágicas, rápidas, fugaces, inestables. Los síntomas de la modernidad: las drogas, el alcohol, la anorexia, la bulimia. Son síntomas mudos, que en general no buscan ser tratados por quienes los padecen. De allí que resulten tan difícil el abordaje terapéutico y tan frecuente la recaída. Material Extraído de: http://weblogs.clarin.com/educacion/archives/2008/08/drogas_si_drogas_no.html#more

CODEPENDENCIA FAMILIAR

En la dinámica del sistema familiar de la adicción, los codependientes quedan atrapados en una serie de conductas compulsivas que se repiten, y que le causan dolor. Muchas veces existe negación asociada a las consecuencias de la conducta codependiente, por lo que es difícil para el familiar percibir el problema con su comportamiento.
La Forma en que el codependiente facilita el avance de la adicción puede tomar varias formas, a saber:
  • SOBREPROTECCION: Cualquier intento del codependiente de cubrir, salvar y proteger al adicto para que no experimente el impacto completo de las consecuencias negativas que el uso produce en la vida del adicto, escudándolo de otras personas que se sienten afectadas por el adicto.
  • INTENTOS DE CONTROL: Se refiere a la compulsión por controlar el uso del adicto, pero también sus conductas, pensamientos y sentimientos, auto imponiéndose a sí mismo el codependiente metas irrazonables que solo terminan produciendo más ira, confusión y desesperanza.
  • ASUMIR LAS RESPONSABILIDADES DEL ADICTO: cuando el adicto deja de cumplir con sus responsabilidades cotidianas o familiares, el codependiente asume estas responsabilidades con la justificación de evitar una crisis. La paradoja es que de todos modos las crisis se producen y el codependiente se va cargando cada vez mas de tareas, lo que al final lo drenan e impiden su funcionamiento en la vida diaria y afectan su salud integral.
  • RACIONALIZACION Y ADAPTACION: Al racionalizar con el adicto o justificar su uso, el codependiente le refuerza el sistema de negación, de modo que es cada vez menos capaz de concientizar sobre la gravedad de su adicción. Esto termina produciendo un ambiente familiar donde "son normales" los comportamientos propios de la adicción y la familia se adapta a la enfermedad...
  • COOPERACION Y COLABORACION: En su afán de tomar control de la conducta del adicto, el codependiente muchas veces acompaña al adicto en su uso, o le ayuda en el proceso de usar, lo cual en vía un mensaje muy directo de aprobación de la conducta adictiva, aún que la intención no haya sido esa.
  • RESCATE Y SUMISION: Las conductas de rescate que además se conjugan con la sumisión del codependiente a la dinámica del proceso adictivo, convierte al codependiente en alguien al servicio del proceso adictivo que lógicamente apoya el avance de la adicción.

Estas conductas provienen de la CODEPENDENCIA FAMILIAR que surge entorno a la adicción de alguno de sus miembros. La importancia de tomar conciencia de que TODA LA FAMILIA ESTA ENFERMA removería la facilitación, y se establecerían nuevas formas de relación familiar sana para así contribuir a la RECUPERACIÓN DE TODOS SUS INTEGRANTES.

Material Extraído de: www.adicciones.org

Patricia Faur: "No tiene nada de glamoroso morir por amor, más allá del tema de Sabina"

Es licenciada en psicología y desde el '87 coordina grupos de mujeres con dependencias afectivas. Hace unos meses publicó el libro "Amores que matan", donde basándose en los testimonios y las historias de sus pacientes, Faur intenta explicar las causas que llevan a elegir a la persona inadecuada y permanecer en esa relación nociva. "En general, son mujeres que desde muy chicas ocuparon roles inadecuados para su edad y se hicieron cargo de sus hermanos o padres que no podían cumplir el rol paterno. Entonces, lo que hacen es elegir a alguien para cuidar y proteger como hubieran querido que hicieran con ellas", explica.

Patricia Faur, datos biográficos Patricia Faur nació en Buenos Aires el 19 de julio de 1958. Es licenciada en Psicología de la Universidad de Buenos Aires en donde egresó en 1981. Es Psicóloga Social y Magister en Psicoinmunoneuroendocrinología de la Universidad Favaloro. Desde el año 1986 se interesó en las Dependencias Afectivas y colabora con la difusión de esta temática en los medios de comunicación. Trabaja como psicoterapeuta y coordina grupos para mujeres con dependencias afectivas y codependencia.En los últimos años se formó en el área de Neurociencias de la Universidad Favaloro donde se desempeña en actividades de posgrado y docencia. Actualmente, dicta clases y talleres sobre Estrés conyugal y Estrés de los cuidadores y continúa con la labor clínica y de investigación. Material extraído de: www.clarin.com

FAMILIA Y ADOLESCENCIA

Las actuales condiciones de desarrollo de la socieda, son herederas de cambios que se vienen realizando aceleradamente. Bastante difícil resulta comprender las múltiples incidencias de los vaivenes culturales que especi­ficamente atraviesa la Institución Familiar, pero sin dudas esto sucede e impacta en su seno. Además, los nuevos modos de comunicación afectivas muestran diferencias notables con las condiciones de otros tiempos. No pueden negarse los cambios de la familia tradicional a las actuales donde:

  • Existen 18% de parejas que conviven sin casarse (30 años atrás, el porcentaje era de 7%).
  • El 28,8% de los hogares de todo el paí­s tiene a la mujer como principal sostén y responsable.
  • Siete de cada diez niños y adolescentes son pobres y de ellos, 37,6% son indigentes.
  • El 22% de los niños entre 5 y 14 años trabaja y, de los adolescentes que trabajan, el 58% no asiste a la escuela.

Estos datos provistos por el INDEC, UNICEF, el Ministerio de Salud y el Banco Mundial, muestran los aspectos cuantitativos que enmarcan los intercambios amorosos de las personas en nuestro paí­s. Si bien este escenario cuantitativo no nos explica el por qué de los comportamientos humanos, refleja no sólo cambios, sino una inestabilidad general que afecta a padres y jóvenes. El marco de inestabilidad laboral y económica torna inestable las emociones.Crecen las manifestaciones de intolerancia, violencia y otros comportamientos que alteran el equilibrio estructural de las familias, siendo los niños y adolescentes los eslabones de mayor vulnerabilidad.Las pautas saludables de lí­mites y afectuosa contención, se modifican. Estos procesos influyen seriamente en toda la familia.En este contexto, los adolescentes encuentran mayores dificultades para sus propios procesos de individuación.

LOS JOVENES

En su saludable crecimiento, avanzan en la búsqueda de la propia identidad. Camino que se logra cuando las condiciones afectivas de su entorno familiar son favorables, brindando el marco de confianza y seguridad que todo niño necesita.En este proceso, es sabido que entrarán en conflictos con muchas de las pautas, costumbres y valores que los adultos les han ofertado. También se sabe que el Grupo de Pares ocupará un lugar altamente significativo.

Será mucho más atractivo en los momentos de diversión elegir a los amigos que a los padres. Será mucho más placentero el tiempo fuera del hogar que las "aburridas"tareas y charlas en casa. Esto produce muchas tensiones en los adultos que les cuesta entender y aceptar el cambio en quienes hasta hace poco, respondí­an alegremente a las pautas que ellos establecí­an. En esta lucha, el adolescente, "ensaya"la afirmación de su identidad.

Lo que a los adultos les cuesta entender:

  1. La noche.
  2. El alcohol.
  3. Las nuevas costumbres.

La Noche: Siempre significó para los padres el ingreso en lo temido, especialmente las primeras salidas de los jovenes. Hoy tiene connotaciones particulares que incrementan las preocupaciones: la inseguridad y las drogas son parte del "fantasma"de los padres. Los jovenes, en cambio, no sienten tales temores. Por el contrario, al apropiarse de estos nuevos espacios, ensanchan sus vivencias de sentirse más grandes y con más poder, experimentando el tránsito saludable de niño a adulto.Los padres, quienes realizan el camino de la inseguridad de las primeras salidas a la mayor seguridad que confiere la experiencia, generalmente imprimen sus propios temores a estas salidas, otorgando a la realidad una connotación más "terrible". Uno de los fantasmas más expandido es la duda acerca de la "junta". Los "nuevos amigos" (desconocidos y por lo tanto, extraños) lo que aumenta por parte de los padres las sospechas y también la búsqueda de información. Estas preguntas se transforman para los jovenes en desconfianza a sus acciones o elecciones, siendo percibidas como intentos de control, lo cual provoca que la balanza se incline a las discusiones y al aumento de las tensiones. Aumentan las posibilidades de un pasaje de conflicto adolescente normal a conflicto familiar intenso. El tránsito por la adolescencia con sus pautas y costumbres no supone por parte de los padres, una postura pasiva y sumisa. Pero complica seriamente este pasaje, las estrategias de desconsideración, reproches permanentes y sospechas acerca de las elecciones que hacen los hijos.Tal vez como acción intermedia, entre sumisión y desconsideración, se ubique la posibilidad siempre necesaria de pasar por las palabras aquellas diferencias, los motivos de cada postura, respetando y a la vez orientando hacia acciones saludables.Con la salvedad que lo saludable para los padres puede no serlo para los hijos, o viceversa. Entre estas nuevas costumbres, encontramos el consumo de alcohol.

El Alcohol: La presencia del alcohol en la cultura actual, no es invento de los jovenes. Ciertamente la tolerancia social, ha favorecido su incremento.La publicidad y su consumo Centrados en ejes jerarquizados por la cultura consumista, como juventud, belleza y dinero, introdujo en sus objetivos comerciales, la novedad de promover los encuentros afectivos. Historia conocida: el Poder Económico hace de las carencias humanas, sus ganancias. Aun a costa de la salud. Y se enhebra, como en la producción tabacalera, toda la cadena de comercialización que por cierto brinda abundante riquezas, inclusive a los Estados. Los resultados son sumamente inquietantes, no sólo por la cantidad que se consume, sino también, las formas que acompañan al mismo, las que adquirieron características propias, imprimiendo un paisaje urbano diferente. Los kioscos, veredas y esquinas se han convertido en nuevos escenarios que promueven la crítica de los adultos y la atracción para los adolescentes. Por encima de esto, debemos realizar un esfuerzo, no sólo para entender sino, fundamentalmente, para tratar de transformar esta realidad. El alcoholismo es hoy, la causa más importante de uso y dependencia que padecen los jovenes y adultos en nuestra cultura. Los jovenes beben alcohol como si fueran gaseosas. La práctica se intensifica los fines de semana. Habitualmente se reunen para beber antes de entrar en los boliches, y al salir. También se ha hecho hábito, beber después de jugar al fútbol, antes y durante los recitales y, crisis económica mediante, reunirse con los amigos solamente para beber. Frente a este panorama, muchas veces la impotencia se adueña de los adultos por lo que se exige al Estado, el cumplimiento de normas prohibitivas, que si bien existen, son de difícil práctica. Por lo que se intensifica la impotencia y la creencia que nada se puede hacer. Quebrar esta tendencia, será más fácil si las acciones se aunan. En las comunidades pequeñas, es posible realizar acuerdos con expendedores, boliches, Municipalidad y grupos de padres para asumir el tutelaje de los hijos. Las dificultades, aunque parezca poco creí­ble, surgen por lo difí­cil que resulta sostener el compromiso de los padres en estas acciones, quienes finalmente terminan pidiendo que otras Instituciones hagan lo que deben hacer. No es novedad que la sociedad vive conflictivamente con las normas que regulan la convivencia. Desde la desconsideración de las señales de tránsito urbano o el incumplimiento de obligaciones que restringen ciertas prácticas, como no fumar en espacios demarcados, no arrojar suciedad en las calles o no levantar los excrementos de los propios animales en la vereda, calles o plazas. Esta precaria internalización de los límites agudizan los problemas cuando las personas debemos instalarlos. El consumo excesivo, nace por déficit en la regulación de los lí­mites dentro de la dinámica familiar. Como consecuencia de eso, muchas veces surgen medidas exageradas de control, como un intento fallido de resolver los problemas, o bien la creencia que ya nada se puede hacer, ahondando las dificultades.

Lic. Mario Sarli -Psicólogo- Matricula Nacional Nro. 6528

Material extraído de: www.prevenciondeadicciones.com.ar

DRUNKOREXIA: UN NUEVO MAL

ADOLESCENCIA, ALCOHOL, TRASTORNOS ALIMENTARIOS Drunkorexia: un nuevo mal ¿Qué sucede cuando los trastornos alimentarios se combinan con el alcohol; cómo afecta a las mujeres adultas y qué hacer para ayudar a una persona en problemas? Clara vive contando calorías. Tiene 37 años y pesa 45 kilos, es madre de dos hijos (perdió dos embarazos) y es una de las mejores ejecutivas de cuenta de la agencia de marketing donde trabaja. Últimamente, descubrió que saltearse el almuerzo es una buena manera de permitirse dos o tres copas de champagne en los eventos de trabajo a los que asiste varias veces a la semana. Es esa tercera copa de champagne la que, calorías más o menos, le alivia las tensiones, la desinhibe frente a los más importantes clientes y la previene de abalanzarse sobre las bandejas de canapés. Marina tiene 30, es soltera y la obsesiona la balanza. Desde que se separó de su ex, guarda un secreto: vomita y toma laxantes para liberarse de atracones de comida, una práctica que se había insinuado en su adolescencia y que retomó a causa de su depresión por esa ruptura. Algunas noches, el exceso de alcohol completa el ciclo de insatisfacción, atracón, euforia, purga, depresión y borrachera. Le da vergüenza confesar a sus amigas o a su familia que a esta edad le pasan estas cosas. El síndrome ya tiene nombre: se llama DRUNKOREXIA y es una de las últimas novedades del léxico de trastornos de la alimentación: una combinación de restricción de alimentos o atracones seguidos de vómitos con abuso de alcohol. Una enfermedad que los especialistas de la Asociación Nacional de Desórdenes de la Alimentación de Estados Unidos no dudan en asociar con la obsesión por la delgadez y la legitimidad social del exceso en el consumo de alcohol y drogas que se dan en la actualidad en los países occidentales. La combinación de trastorno alimentario y alcohol se instaló desde hace rato como preocupación para los especialistas argentinos. Desde el psicoanálisis, anorexia y bulimia son entendidas como adicciones, al igual que el alcohol, las drogas o el cigarrillo. Desde esta perspectiva, el trastorno alimentario coloca en un objeto exterior –la comida o la ausencia de ella– el canal para manejar la angustia. Angustia que no pocas veces conduce también al abuso de otras sustancias tóxicas. ANOREXIA y BULIMIA son las dos grandes áreas en este tipo de desórdenes, pero también se han definido la "MANOREXIA" (cuando afecta hombres), "ORTOREXIA" (la obsesión por comer sano), "DIABULIMIA" (los diabéticos que rechazan la insulina porque engorda) y, ahora, la "DRUNKOREXIA", término presentado por el New York Times y que causó impacto en la comunidad médica estadounidense.

Mujeres maduras y exitosas, también. Los desórdenes alimentarios suelen iniciarse en la adolescencia y si en ese momento no reciben el tratamiento adecuado, las personas corren el riesgo de tener una recaída en el futuro. El 60 por ciento de los casos de anorexia y bulimia se vuelven enfermedades crónicas. Aunque en el imaginario popular la anorexia o bulimia son entendidas como problemas propios de la adolescencia, afectan cada vez más a mujeres en edad madura, quienes ocultan mejor que las más jóvenes sus síntomas. Los maridos o familiares recién se enteran cuando aparecen problemas de fertilidad, pérdida de embarazos o crisis agudas. Según un informe recientemente difundido en España, el 80 por ciento de las pacientes ingresadas en la Unidad de Trastornos Alimentarios del Hospital Gregorio Marañón de Madrid son mayores de 18 años. Muchas de ellas empiezan a padecer estas enfermedades luego de ser madres, como consecuencia de la depresión posparto; en otros casos, es una respuesta a los altos niveles de presión y exigencia que se vive en los grandes centros urbanos. La incidencia de estos desórdenes en mujeres adultas también puede explicarse por la prolongación de la adolescencia. Las jóvenes de más de 25 años suelen expresar el miedo a crecer, tardan en irse de la casa de sus padres, postergan la maternidad (o no quieren tener hijos por miedo a engordar) y observan con inseguridad las perspectivas que les presenta el futuro. Se trata de mujeres que se mantienen en 8 o 10 kilos por debajo de su peso saludable, con ciclos más o menos agudos, pero invisibles en una sociedad que exalta la delgadez.

Riesgo de vida. La comida o la ausencia de comida asociada al exceso de alcohol funcionan como un elemento mágico y peligroso. Brindan a quien padece esta dependencia la sensación de que puede controlar su peso, su estado de ánimo y su euforia. Pero la creencia de tener el control dura poco. Para la salud del organismo, estas combinaciones son literalmente cócteles explosivos. Si una mujer vomitó antes de ir a una fiesta, su cuerpo ya se encuentra deshidratado en el momento de consumir alcohol. La pérdida de potasio, sales y la falta de oxigenación en sangre son causas de riesgo cardíaco. Según datos de la Asociación Argentina de Bulimia y Anorexia, el 10 por ciento de quienes padecen esta enfermedad mueren a causa de ella. Otras consecuencias visibles son los accidentes de tránsito y otros males derivados del abuso de sustancias.

Cómo ayudar. Ante la sospecha de que una amiga, compañera de trabajo, hija o hermana puede padecer drunkorexia, lo primero que se debe hacer es observar las señales. Aunque son enfermedades silenciosas, hay algunas alertas identificables por el entorno:

  • No comparte las comidas.
  • Padece deterioro físico y/o hinchazón de la cara (como consecuencia del vómito recurrente).
  • Pierde mucho peso en poco tiempo (entre 3 y 6 meses).
  • Está obsesionada por el peso y las calorías de los alimentos.
  • En el caso del alcohol, la repetición de la conducta y la dependencia son síntomas de alerta. Es decir, si una persona necesita del alcohol para relajarse o divertirse, sin lograr salir de ese estereotipo, entonces hay un problema.
  • Van seguido al baño, especialmente después de comer.
  • Se dan largas duchas después de comer.

En esos casos, los especialistas acuerdan que lo mejor es acompañar a la persona, darle la sensación de que no está sola en el proceso y hacer una consulta. Amigos, familiares, padres y parejas tienen que entender que quien padece este sufrimiento se siente solo y avergonzado. Abrir el diálogo, dar espacio a la palabra, es el primer paso para la contención y la cura. Material Extraído de: http://www.revistaohlala.com