LA VELOCIDAD VIOLENTA Y DESTRUCTIVA DEL PACO...

"Paco", que te parta un rayo Maldita paradoja para los que trabajamos en adicciones con las llamadas drogas sintéticas (fabricadas y diseñadas en laboratorios); operativamente éstas nos dan tiempo para la rehabilitación del adicto, puesto que tienen un grado de mayor o menor tolerancia en el organismo de la persona (lo que, a su vez, refuerza la adicción), según la droga y la intensidad adictiva. Cuando digo tiempo, distingo aquel en que el adicto decide rehabilitarse y llega a nosotros (lo que ya lleva su considerable tiempo), y el mismo de rehabilitación. Pero la velocidad destructiva del "paco" (pasta de cocaína, su residual) es tal que casi nos anula el tiempo en la operatividad terapéutica. No podemos llegar y, cuando llegamos, la mayoría de los pibes ya están "limados", porque un cuerpo no puede tolerar años con esta droga: sus efectos son despiadados. En menos de un año, si no murió, ese chico quemó lo suficiente de su aparato cerebral y cognitivo, a razón de unos cuantos "pacos" por día, pues esta sustancia tiene un altísimo nivel de adicción. Los apenas 30 segundos de vuelo que produce, piden más y más. Por día, 20, 40, 60 bolitas mezcladas con tabaco, son un rayo fulminante. Como comunidades terapéuticas no nos preocupa tanto el tema de las sustancias, lo que más nos importa es ver qué pasa dentro del adicto, atravesar ese campo fantasmagórico en el que, afortunadamente, encontramos estatutos vitales, proyectos de vida y vínculos con la realidad que están aún presentes y nos permiten rehabilitar. Con el "paco", el único vínculo que tienen con la realidad es intolerable. Casi no tienen proyectos de vida. El "paco" no sólo nos preocupa, nos urge. Creo que el adentro de estos pibes es el afuera. Y afuera están las políticas del Estado y la sociedad, que tiene en su adentro idiotas clínicos (médicamente hablando) y cadáveres de pibes fulminados por el "paco", un sistema judicial superpoblado de menores adictos y delincuentes, que saturan el sistema gubernamental y el no gubernamental, como, por ejemplo, el de nuestras comunidades terapéuticas. ¿No tenemos proyecto de vida para los niños en las entrañas de esta sociedad? Porque, al menos y en principio, es hora de que no los pensemos como villeros o pibes chorros, sino como niños a los que los parte un rayo, Paco. Material Extraído de: http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=791224

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