LA IMPORTANCIA DE SABER ESCUCHAR A NUESTROS HIJOS

¿Cómo fortalecer la relación con nuestros hijos? El anhelo de encuentro y comunicación de muchos padres con sus hijos se ve frustrado en ocasiones a raíz de diversos obstáculos que se les presentan y expresan a través de numerosas quejas. Tres quejas son las habituales: * No tenemos tiempo. * Mis hijos no se abren. * Sólo ven televisión y se enfrascan en Internet. Superar la queja implica buscar capacitarnos en tres habilidades:

  • Conquistar el tiempo familiar: aprender a discernir lo urgente de lo importante y tomar la decisión de elegir todo aquello que nos permita tener una presencia accesible para nuestros hijos.

La frecuencia en el trato con nuestros hijos, compartiendo buenos momentos, favorece la calidad del conocimiento mutuo. Leerles un cuento, compartir una caminata, participar de un juego, salir juntos y solos, mirar sus cuadernos, escuchar sus inquietudes, interiorizarnos de sus gustos, aceptar sus opiniones, son muestras concretas de la consideración, el afecto y el valor que les damos.

  • Aprender a comunicarnos: para comprender a los otros, necesitamos desarrollar actitudes internas y externas que nos faciliten el camino para entenderlos. Para verificar si estamos entendiendo bien lo que nuestros hijos sienten y piensan, después de escucharlos con mucha atención, debemos expresarles a modo de reflejo aquello que creemos comprender, brindándoles la oportunidad de confirmar o negar lo que estamos entendiendo.

Será fundamental crear un clima de confianza, libre de amenazas, que permita a nuestros hijos sentirse seguros para abrirse y expresarse. Juzgarlos, criticarlos, desvalorizarlos, ridiculizarlos, compararlos, minimizar sus experiencias, culparlos, aterrorizarlos, sobreprotegerlos, sobreexigirles, por ejemplo, son muchos de los obstáculos habituales que cierran el diálogo y deterioran la autoestima de nuestros hijos. Si queremos entrar en sus mundos, tenemos que comprender que son ellos los que tienen que abrir la puerta y dejarnos entrar en su intimidad.

  • Establecer reglas claras de convivencia: necesitamos revisar las reglas que rigen en nuestra familia y definir normas claras, responsabilidades concretas de cada miembro y consecuencias preestablecidas y explicitadas para aquellos que no asumen las responsabilidades que les corresponden.

Las normas deben ser pocas, referidas sólo a lo importante; claras, comprensibles y adecuadas a cada edad; afectuosas, dictadas por el afecto y no desde el enojo; positivas, no formuladas como un catálogo de prohibiciones; coherentes, los padres somos modelo de lo que proponemos; pacientes, que respeten el proceso y tiempo de aprendizaje.

Ser padres tiene momentos de felicidad, dolor y desaliento para ayudar a crecer a los hijos. Requiere madurez emocional, desarrollo espiritual y una pedagogía adecuada, lo que implica sí o sí un trabajo interior y capacitación.

Material Extraído de: http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=773910

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